Estado Actual de la Red Vial Estatal y Provincial
La red vial de Manabí se caracteriza por problemas crónicos de deterioro, una situación que se ha visto agravada por la falta de intervención oportuna a lo largo del tiempo. Este escenario se intensifica durante el temporal invernal, cuando las lluvias provocan un mayor impacto en la infraestructura existente. El Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) ha reconocido que el 60% de las vías estatales de la provincia se encuentran en mal estado, identificando entre 20 y 30 puntos críticos que requieren atención inmediata.
Las afectaciones son variadas y se manifiestan en tramos específicos a lo largo de la provincia. Por ejemplo, la vía E-38 Rocafuerte-Tosagua presenta un socavón en el kilómetro 187, una situación documentada el 7 de mayo de 2025. Otros puntos críticos incluyen un socavón a la altura de Canuto en la vía Canuto-Calceta, y otro en San José de Chamanga-Pedernales, señalizado adecuadamente. La vía Jipijapa-límite provincial Manabí/Guayas, específicamente en el kilómetro 75 de la vía Paján-Cascol (sitio Cañita), ha experimentado hundimientos significativos. De manera similar, la vía Tosagua-Bahía presenta hundimiento y fragmentación en el kilómetro 5, en el sector El Verdúm. Además, trabajos de recuperación están en marcha en la vía Tosagua-Chone, sector El Junco, kilómetro 187, afectada por un hundimiento.
Desafíos Principales (Impacto Invernal, Recursos Fiscales)
El impacto recurrente de las lluvias en Ecuador es un factor determinante que agrava la condición de los puntos críticos en la red vial de Manabí. Esta vulnerabilidad climática expone las deficiencias estructurales y la necesidad de una infraestructura más resiliente. El MTOP ha admitido que “se pudo haber hecho más” para asegurar el buen estado de las carreteras, lo que sugiere una conciencia de las oportunidades perdidas en el pasado para una gestión vial más proactiva.
Un obstáculo significativo para la mejora continua de la infraestructura es la “carencia de recursos fiscales” en el Estado, lo que dificulta el cumplimiento de los mantenimientos programados y la ejecución de nuevas vías. Esta limitación financiera ha contribuido a los problemas crónicos de deterioro, creando un ciclo donde la falta de inversión preventiva lleva a un mayor gasto en reparaciones de emergencia. Adicionalmente, se han reportado desencuentros entre el Gobierno Central y la Prefectura de Manabí, como el caso de la vía Portoviejo-Montecristi, donde el MTOP señaló que la Prefectura no había entregado la información necesaria, lo que puede complicar la coordinación y el avance de proyectos conjuntos.
La persistencia de “problemas crónicos de deterioro” y el alto porcentaje de vías estatales en mal estado indican que los problemas viales de Manabí son generalizados y de larga data, no meramente incidentes aislados. La exacerbación de estos problemas por las lluvias subraya una conexión directa entre los fenómenos meteorológicos y la fragilidad de la infraestructura. La presencia de socavones y hundimientos es una manifestación clara de esta vulnerabilidad a eventos hidrológicos. La admisión de que “se pudo haber hecho más” y la mención de la escasez de recursos fiscales apuntan a un patrón histórico de inversión insuficiente en mantenimiento preventivo y en soluciones de ingeniería robustas. Esto sugiere que el deterioro actual no es solo resultado del clima, sino una consecuencia de una planificación y financiación a largo plazo inadecuadas que han dejado la infraestructura expuesta.
Esta situación revela una vulnerabilidad sistémica que va más allá de un contratiempo temporal. Ello implica que las futuras inversiones deben enfocarse no solo en la reparación y expansión, sino también en construir resiliencia en la red vial, incorporando ingeniería adaptada al clima y sistemas de drenaje robustos para soportar los recurrentes factores ambientales. Sin esta visión, las nuevas vías podrían caer rápidamente en el mismo estado de deterioro. Los costos económicos y sociales de esta vulnerabilidad sistémica son considerables. Los cierres frecuentes de vías, los desvíos y los daños a la infraestructura impactan directamente el transporte agrícola, el turismo y los desplazamientos diarios, lo que frena la productividad regional y la calidad de vida. La necesidad de intervenciones de emergencia, como los USD 10 millones destinados para la emergencia invernal , desvía fondos que podrían utilizarse para el desarrollo planificado, perpetuando un ciclo de gasto reactivo.